De la plaza al taller: el viaje de un torero convertido en sastre taurino en Pinto

  • De la Sastrería Daniel Sastre saldrán hasta diez trajes de luces para esta Feria de San Isidro
Foto: REDACCIÓN |Vídeo: Telemadrid

A los 11 años ya arreglaba capotes, muletas y vestidos de luces a sus compañeros de la escuela taurina. A los 16, se formó como planchador en el taller de Fermín y fue torero antes que sastre. Desde hace 15 años, Daniel Sastre está al frente de su taller desde donde salen algunos de los vestidos de luces que veremos en esta Feria de San Isidro.

"Este año tenemos alrededor de unos diez estrenos", comenta Daniel mientras trabaja afanosamente en la chaquetilla del maestro Román. Esta prenda, que sufrió daños tras estoquear seis toros en Valencia, necesita una reparación cuidadosa para que el torero pueda lucirla nuevamente. "Algunos tienen en su casa un buen recuerdo del día", añade con una sonrisa.

El trabajo del sastre no es sencillo. "Lo normal es que un matador de toros venga a ponerse un vestido para torear unas seis, siete u ocho tardes en plazas de primera y segunda categoría".

Entre sus tareas diarias, Daniel repara chaquetillas como la del maestro Francisco de Manuel, que sufrió una cornada en el pecho en Colmenar Viejo. "El pitón atravesó el delantero por completo. En una sola tarde que ha sufrido el torero una cornada, tenemos que zurcir, reparar, volver a poner el cordón, bordar y dejarlo como si no hubiera pasado nada", explica mientras muestra las marcas del daño.

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En su taller hay tres planchas muy distintas a las habituales. "Usamos la plancha de calor habitual y para moldear los delanteros de las chaquetas utilizamos planchas en frío; así le damos a la chaqueta eso que le decimos torería". Este proceso artesanal es parte fundamental del oficio que Daniel ha perfeccionado con los años.

Sara, su esposa y bordadora experta, también juega un papel crucial en el taller. "Ella borda lentejuelas, canutillos y azabache", dice Daniel con orgullo. En ese momento, ella está trabajando en una esclavina para un capote de paseo. "Estamos hablando de tres meses de labor. Hemos hecho barbaridades al hacer un vestido de torear en dos semanas, pero eso no es recomendable".

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Un día típico en la sastrería incluye visitas de toreros o picadores como Israel de Pedro, quien acude para probarse la chaquetilla que lucirá sobre el ruedo en Las Ventas. "Hay que adaptar cada chaqueta y cada taleguilla al patrón real", explica Daniel.

Aunque se tomen medidas exactas, asegura que "el patrón perfecto no existe". Israel busca un traje que sea "vistoso y, sobre todo, bien cómodo", ya que estrenará esta chaquetilla con Fernando Robleño en la corrida Adolfo Martín el próximo 7 de junio.

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La dedicación y el tesón de Daniel Sastre son un reflejo del amor por su oficio, un arte bordado con el hilo de la pasión taurina que se transmite a cada prenda creada en su taller. Así, cada vestido de luces no solo es una pieza de vestuario; es una historia viva lista para ser contada sobre el ruedo.

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